Suelos y desertificación
La diversidad edáfica es extremadamente variable entre ecosistemas, ya que está ligada a las condiciones climáticas, a las propiedades físicas y químicas del suelo, y al manejo del mismo. Asimismo, la biodiversidad del suelo determina servicios esenciales de los ecosistemas, como su capacidad para secuestrar carbono, la provisión de nutrientes para la vegetación, la transformación de sustancias contaminantes y el control de las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero.
El suelo alberga una cuarta parte de la biodiversidad terrestre del planeta. Es el componente más diverso de los ecosistemas terrestres e incluye representantes de todos los dominios biológicos. En su inmensa mayoría se trata de organismos microscópicos (bacterias, arqueas, hongos, algas, protozoos), con una enorme representación de micro-, meso- y macrofauna (nematodos, tardígrados, artrópodos, moluscos y anélidos, entre otros).
Por este motivo, la pérdida de diversidad edáfica es una de las amenazas que afecta la multifuncionalidad del suelo, así como una de las lagunas de información a nivel europeo tal como recoge el informe SOER 2020 de la Agencia Europea de Medio Ambiente.